Una nueva crisis migratoria acecha a México. Las esperanzas de miles de personas de ser recibidas en Estados Unidos por la nueva Administración del demócrata Joe Biden han puesto en alerta la frontera entre los dos países. El secretario de Seguridad Nacional estadounidense, Alejandro Mayorkas, informó este martes de que esperan la mayor ola de migrantes de los últimos 20 años. El Ejecutivo mexicano, que durante la presidencia de Donald Trump convirtió el país en un muro para aquellos que huían de la pobreza y la violencia del Triángulo Norte de Centroamérica, enfrenta un nuevo desafío en pleno año electoral. Pese a que la frontera continúa cerrada por la emergencia del coronavirus, las últimas tres semanas han visto un aumento importante del flujo de personas, entre ellas, miles de niños no acompañados y mexicanos que deciden marcharse de su país. Las autoridades han respondido con más controles, detenciones y deportaciones.
La grave crisis migratoria que atravesó México en 2019 marcó la agenda política del primer año de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador. La espinosa situación se calmó en 2020 debido a la pandemia. Aunque la llegada de migrantes se mantuvo, lo hizo en menor medida. La covid redujo en un 42% las solicitudes de asilo respecto al año anterior, según los datos de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados. La llegada de Biden al poder y el cambio de discurso a una retórica más amistosa con los migrantes ha alimentado ahora una nueva ola migratoria. Miles de centroamericanos han retornado a la frontera o se preparan para llegar a ella con la esperanza renovada.
El Gobierno de Biden comenzó en febrero un proceso para recibir a 25.000 solicitantes de asilo, como una medida para poner fin a las prácticas más crueles de Trump. Unos pocos pudieron ingresar desde entonces, pero las cifras generales reflejan la impermeabilidad que mantiene la frontera. Unos 100.000 fueron detenidos el mes pasado intentando cruzar, un 28% más que en enero. En marzo el promedio diario de detenciones ronda las 4.000, un ritmo que puede dejar un total mensual superior. Las autoridades de los dos países han insistido en que las puertas siguen cerradas para todos aquellos que no tengan la residencia o sean ciudadanos estadounidenses. “Estamos expulsando a la mayoría de los adultos solos y familias”, ha advertido este martes Mayorkas, que explicó el repunte por el aumento de la violencia, la corrupción y el reciente paso de los huracanes que devastaron Centroamérica.
Fuente: El País